lunes, 28 de noviembre de 2011
920
Encontrarle.
10/20/11
miércoles, 6 de julio de 2011
Estúpido.
Estúpido cajón, estúpida ausencia. Cuánto más tardaría en llenarse o tal vez en desvanecerse con el color de cada nuevo amanecer. El sol cayó y el viento ya no era amable, el viento estaba gritando y yo demasiado sorda para querer entender lo que a gritos pintaba mi realidad.
‘’Y surcarías los mares a mi lado, lo siento pirata’’. Y nadie comprendía, pensamientos enterrados entre los millones de granos de arena. Estúpida arena que termino enterrándome a mí, bajo el castillo que le construí a ella en esa misma playa, se lo llevó una ola. Estúpida ola.
Estúpidos cuentos que inventa la mente para contarle a la sombra de cosas que te llevaste contigo en la mudanza, sin preguntarme. La habitación quedó sola, la cama vacía como yo, la casa llena de fantasmas y manías, esas de extrañarte. Estúpida manía la mía de extrañarte.
Entonces el sol ya no estaba y yo caminaba a casa, te vi cruzando la entrada de tu barco, y lo último que pude registrar en mi memoria fue tu espalda, ahora sólo con tu olor, tu espalda y yo decoro los salones de mi hogar. Estúpido hogar, estúpido yo y más estúpidas letras que no te traen de regreso.
‘’Pero recuerda, que no me haces falta.
Sólo extraño los momentos que perdimos jugando al ajedrez humano.
El color azul nostalgia que dejabas en mis ojos cuando se te antojaba.
La forma en que acariciabas mi labios con la punta de tus dedos’’.
domingo, 26 de junio de 2011
Último día.
5 meses de condena no le han sido suficientes. "Está cansado ya de despedidas" ¿Cuáles? Sólo & tal vez que me recuerde siempre, sólo & tal vez que no. Le han robado. Sólo & tal vez me confundo, para saber que hablo de mi & de ti. Sólo & tal vez de ti un poco lejos, entre otros brazos & sin quedarse cinco minutos más aquí. Pero sin embargo "yo no comprendo nada" ya lo sabes. Tengo un luto que se me cumple en 21 horas. Tengo un montón de números, pero sigo sin tenerte a ti. Sólo & tal vez cuando llegue al final de estas letras yo seguiré sin ti " en esta calle sin salida". Sólo & tal vez puedo cerrar los ojos e imaginar y aunque vea que soy todo lo que (no) quieres, mi mente se coloreara con la suma del color del cielo & el sol & aunque nunca "me coja la mano & me diga que sola no comprende la vida" ando en un laberinto tan enredado como lo que estás leyendo que sólo & tal vez nadie venga & te saque de aquí. Empiezo a despedirme, las velas se están consumiendo & en un rato más todo quedará negro, porque si sólo dijimos adiós con palabras. A mi dame un conmigo, un ya nos veremos qué. A mi dame, a mi no me des nada. Para mi quédate...
jueves, 16 de junio de 2011
Tal vez.
domingo, 12 de junio de 2011
Quinze Jours
domingo, 8 de mayo de 2011
Flores de despedida
Eran las tres de la mañana Tamara y Martina se habían encontrado aquel día, sólo que esta vez Martina no había huido, quería tanto sostenerla en sus brazos, sentir su aroma, ver sus pestañas adornar esos grandes ojos que tanto le habían hecho soñar. Tenerla cerca y poder escuchar su risa, y contemplarla sin dolor, tal vez era la recompensa a algo que no tenía idea que. El día estaba soleado, eso hacía que sus ojos brillaran más. Como disfrutaba el brillo de sus ojos, las pausas que tomaba articular las palabras, incluso como movía sus manos para acomodar su pelo. Había pasado tanto tiempo y sin embargo era como si ni un sólo día se hubiera interpuesto entre sus historias.
Las horas pasaron tan rápido, que tal vez no fueron suficientes para todas las cosas que Martina quiso decir, pero que en realidad no pronunció ni una sola. Tal vez sus ojos hacían reflejos de todas las palabras que en el tintero y tal vez comprendió que así sería más fácil, todo lo que no se dice tiene la cualidad de ser mejor escuchado.
El sol iba bajando & Martina sabía que el tiempo se iba acabando, era como si hubiera comprado un pedazo de esa infinita magnitud y que esta llegaba a su fin. Sabía que unos minutos, Tamara cruzaría la calle y seguramente no la volvería a ver. Su silencio había pronunciado cada detalle, prudentemente en su cabeza deseo tenerla como siempre, caminando de su mano pero no podía. Prudencia no lo permitía y cordura aseguraba que no sería buena idea. Gente grata y estos finales ingratos. Final. Que miedo.
El tiempo se agoto y tuvieron que despedirse de nuevo, decir adiós de nuevo era lo de menos, en muchas oportunidades, lo difícil sería saber era a donde iría luego de despedirla o tal vez seguir su camino sin mirar hacia atrás y correr para detenerla, mirarla y decirle. Ven, vamos hay que huir. Una estrella fugaz me dijo que teníamos que luchar. Pero Martina no podía decir nada, sólo la miro abrió la boca pero ningún saludo salió articulado. La valentía se le había ido navegando en el barquito de papel, que había construido hace rato para navegar en la tormenta pasada. La sensatez era su droga ahora y debía respetar.
Le pidió que se cuidara que por favor no dejará nunca de ser feliz, tal vez sólo así sería completo su remedo de felicidad junto a ella.
-Siempre te imagine, despertando en la mañana a mi lado y yo pidiéndote que no fueras a trabajar. Te imagine corriendo por los pasillos de la casa, en el jardín jugando con el perro, el gato y los niños. En un día soleado sobre el pasto, queriendo alcanzar las nubes, en las noches con un par de velas y una cena improvisada. En la playa, caminando, en el bosque corriendo, Leyendo tus labios a lo lejos, escuchando tus miradas, sintiendo tus latidos, dejando todo a tu lado.
-¿Martina?
Martina se había quedado mirando a lo lejos pensando en que decir.
-No te vayas, cruza la calle conmigo, quédate. Mírame…
-Cuídate.
Le dio un beso en la mejilla y guardo su aroma para siempre en la memoria.
-Te amo susurro. Hasta siempre.
Martina caminó y caminó, hasta que se sintiera segura que si miraba atrás ninguna imprudencia sería cometida, camino y camino y supo que jamás nadie borraría a Tamara de su vida.
sábado, 7 de mayo de 2011
Flores de despedida
lunes, 21 de marzo de 2011
Flores de despedida.
Ha pasado mucho tiempo, que vaina...” Martina empezó a leer en un arrugado papel que encontró en un cajón donde estaba buscando una caja de fósforos para encender su cigarro. Estaba cansada y no recordaba un día cercano de una noche placentera de sueño. Sus párpados le pesaban, a pesar de lucir como una hermosa joven de 25 años su alma había envejecido con tanta rapidez que no entendía cuándo había sucedido esto. Cerró los ojos y encontró la respuesta, ese momento en el que unas tijeras doradas habían cortada la delgada línea del destino. Tuvo un nudo en su garganta y sus manos empezaron a sudar. Durante cinco años no había recordado ese momento, a pesar de vivir con el peso de ese día en su mente. Martina volvió a cerrar los ojos, tratando de que esa acción borrara ese recuerdo, no obtuvo resultado.
Enojada con sí, encendió su cigarrillo y vio el humo azul salir sentía que su alma estaba en el cuerpo equivocado, no quería tener tan claro ese momento en su mente. Aspiró un poco más y el sabor a nicotina la transportaron un poco a aquellos besos llenos de veneno. Se dijo -no más- Y encendió la radio, el locutor comentaba que su franja estaba por terminar, estaba listo a recibir las últimas llamadas de los desesperados oyentes buscando a sus familiares. Un hombre empezó a hablar. Martina no prestó mucha atención, no solía escuchar la radio, estaba tan lejos de casa que no había perdido contacto alguno con la realidad de su país.
El hombre siguió hablando, era una voz tan voz tan familiar que le dio una extraña sensación en la espalda. Pensó que estaba demasiado perturbada por encontrarse con ese recuerdo navegando en su mente, que se dijo con cierta gracia que estaba alterada y cualquier cosa le nublaría la mente.
Aspiró su cigarrillo que ya se acababa y escuchó que el hombre en la radio buscaba a alguien con su nombre y pensó que no era la única con ese feo nombre, algo de pesar pasó por su mente se sintió identificada y empezó a prestar atención. El hombre en la radio comentaba que hace cinco años estaba buscando a esta mujer Martina, había partido hacia otro país y nunca más tuvo rastros de ella.
Pidió que por favor si alguien sabía de ella se comunicaran a sus líneas telefónicas. Martina anoto el número sin saber porqué y sintió que el nudo en su garganta se tensionaba mas. Bajó a su cocina se sirvió un trago de vodka y empezó a pensar que llevaba mucho tiempo lejos de casa, perdiendo contacto con las personas que nunca había pensado dejar & ese papel encontrado en su cajón, pasó por sus ojos de nuevo.
Lo había metido entre el bolsillo de su pantalón así que continuó leyendo. Le pareció muy gracioso como en su temprana juventud había aventurado tanto acerca del futuro y lo perfecto que sería. Nunca pensó que sus planes fracasarían, tenía tantos lujos ahora, sin embargo nada se comparaba a lo que en aquella época tuvo. Se puso de pie, cerró los ojos, movió su cuello y pensó que era tarde debía descansar. Subió a su habitación, completamente desordenada como si un huracán hubiera pasado tan solo por allí. Se recostó en la cama y pensó en cuanta falta le hacía una compañía a la hora de dormir y ahora ese horrible frío se había trasladado a su estomago. Se consumió en el mar de recuerdos que la ahogaban y cayó en un sueño en el que no caía hace meses.
Tamara corría entre los charcos dejados por el reciente aguacero, sostenía su guitarra en una mano y de la otra me sostenía a mí. La lluvia no importaba, mientras las cuerdas de la guitarra no se rompieran, todo estaría bien. El viento soplaba y mi pelo bailaba al ritmo de sus silbidos, era la sinfonía perfecta, tus manos, las notas de la guitarra y mi pelo que bailaba. Tuvimos días de sol, de lluvia, de sueños, de total oscuridad. Pero los teníamos. Tan invencibles como siempre. La piel de Tamara susurraba siempre. Mis sentidos se desprendían a su
contacto. Las noches llegaban, pero la oscuridad era tan solo un ingrediente a nuestra locura, a nuestros picos de amor. Los ojos de Tamara,iluminaban las noches, mis días, mis caídas, iluminaba la vieja estación de trenes.
Martina se despertó confundida. Era la madrugada y el sol se burlaba de su reciente estado de ánimo, era tan brillante que le preocupaba, que la cercanía con él fuera a quemar su piel. Bajó a la cocina tomo unas cuantas tazas de café y su agenda a la derecha le recordó que estaba rebosando de compromisos. Tomo una fría ducha, era un día extraño, el clima de la semana había sido constante y de repente aquel satírico sol auguraba que lo venidero no sería algo que Martina quisiera vivir. Salió de su casa con la sensación de que no regresaría. La rutina la agobiaba. Caminando por la calle, una mano la detuvo, sin saber cómo, porqué. Ahí estaba él.
Destellos pasados.
Un día vamos a estar lejos, en una montaña y no vamos a necesitar nada más. Un día una sinfonía de peces van a arrullar a los niños, un día sólo tú y yo. Un día un gato y un perro, un día sin ropa en el lago, un día bajo la luna, un día por siempre.
-Martina, no lo creía, no entendía.
La estación de trenes estaba sola, el tren número 14 acababa de partir, tenía unas flores en la mano, sus ojos inundándose en la tormenta de su vida y Tamara partiendo. No te vayas susurró. Ya no alcanza, mi tren me espera, mi oportunidad espera. El tren anuncio su partida, sus manos se desprendieron, el humo azul se desvaneció y ahora solo tenía sus flores. Llegando a casa a la montaña, sin peces, sin luna, con ropa.
Martina, volvió en sí.
-¡Martina!
Martina lo miró sin decir nada.
-¿Cómo estás?
Después de tanto tiempo, esa pregunta.
-Te he buscado.
Nunca volviste Tamara, tantos días a tu sombra y nunca regresaste, te espere en la estación de trenes, te espere en los charcos, en los árboles, en mis bolsillos y nunca volviste, nunca regresaste. Aquí estoy. No estás.
Martina se trago su parlamento.
-Bueno coincidencias.
Martina lo miró indiferente.
-Espera tengo algo que decirte.
-No tengo tiempo.
-Escúchame
-Hazlo tú.
Este es mi amor para ti, esto que es sólo tuyo, este que me enseño a ser, esto que me moldeo, esto que sólo te quiero dar a ti, éste que no puede estirar mas, este que no quiere soltar mas, este que no nada contra la corriente porque se le olvido nadar porque le indujeron la amnesia. No me sueltes.
-Tengo que irme, me esperan.
Martina trago de nuevo su parlamento.